lunes, 3 de agosto de 2015

Ningún pecado: El inicio de nuestra sed

No soy buena, lo sé, pero la sociedad me moldeo así... ¿Qué harías si vivieras prácticamente toda tu vida en guerra? Tercera guerra mundial, así llamaron a esta abominación, robaron la vida, robaron el alma, robaron el cariño, robaron cada esencia de humanidad de las personas, a cada individuo de cada nación, unos dicen que esto ha terminado, que el pueblo debe volver a respirar tranquilo, pero cuando algo termina, otra cosa toma su lugar.
Soy fría, puedo asesinar si con eso garantizo la supervivencia mía o de mi tribu, la tribu 76, suena mentira que aún exista, que todavía estemos vivos, sin embargo no soy tan fría como el ambiente de hoy, desde que comenzó a ponerse el sol, sobre el cielo sereno, ese cielo que dejo de silbar y dejo de gritar, ese firmamento que dejo de teñirse de rojo y de poblarse de humo por tantas bombas y tanto fuego, tanto dolor que en realidad parecía teñirse de la sangre, volviendo la mirada a tierra firme, solo veo tierra débil, una tierra maltratada, hecha pedazos, donde habitarla será un reto cada día. Somos como nómadas, volvimos a nuestros orígenes humanos buscando un sitio donde refugiarnos, Leo, el miserable que odio en secreto, Goliat, Roberto y yo, somos los afamados sobrevivientes, deberíamos estar muertos, esa maldita estúpida de Sarah, sabia pelear, encender fuego con cualquier cosa, sabia cocinar y sobre todo era valiente, tan brava y tenaz que dio su vida por salvar al inútil de Leo, no dudaría en golpearlo o deshacerme de el en cuanto cause molestias.

-Melissa, a dos metros hay una entrada, creo que puede ser un bunker.
-Leo... ¿Qué haremos ahí dentro? ¿Pudrirnos?
-Salvarnos del frío, Goliat dice que podría bajar hasta 10 grados celcius, a menos que no quieras que tu piel...
-Leo por favor guarda silencio y busca una mejor solución, los bunker estaban cargados de bombas, aguas negras y todo tipo de insectos y ratas.
Goliat dejo de limpiarse las botas para acercarse a nosotros, noto la tensión entre ambos y creo que sospechaba de mi odio hacia él.
-Melissa, Leo, con el permiso del capitán quisiera proponer ir a casa de los Doyle.
-Goliath ¿Tengo que repetir que dejes de decirme así? Nuestra tribu apenas si puede ponerse de pie.
-La casa de la familia Doyle esta lejos, debemos apresurarnos, el aire comenzara a espesar en cualquier momento.
-Leo, queda bastante cerca, comienzo a creer que esa caída te afecto en tu memoria.
-Yo comienzo a creer que le afecto en todo su cerebro.
Dije tomando mis "cosas" y caminando hacia la dichosa casa de los Doyle, eran unas de las pocas personas que merecían mi respeto y mi completa ayuda sin titubear y sin pedir nada a cambio, nos escondieron, nos quitaron la sed y el hambre, como judíos siendo escondidos, ellos nos ocultaban por largas temporadas en su sótano, los ingleses querían cazarnos como zorros, aun recuerdo cuando colgaron la piel de Marco en la plaza principal de Dublin, después de haber tomado dicha ciudad, colgaron la piel incluso de varios irlandeses, solo por encontrarlos cerca de Marco, siempre creí que el se dejo matar y no dio lucha, por sentirse culpable y responsable por la muerte de esos "rubios". Yo era "amiga" de Lucy Doyle y lo digo entre comillas porque no creo que pudiera considerarme como tal, en otro tiempo, ella y yo saldríamos a pasear, hablaríamos de los chicos que nos gustan, saldríamos de compras, dormiríamos juntas, pero esto era diferente, ellos hacían algo, desde cierto punto de vista, ilegal en ayudarnos, aunque el señor William Doyle era todo un verdadero guerrero, se opuso al sistema formo parte de la llamada barrera europea, con el fin de ayudar y cambiar lo que estaba mal, supongo que sentía culpa, después de no poder salvar a su esposa Dailet, una hermosa mujer cubana asesinada por ser parte del ejercito rojo, todos sentíamos culpa, todos, ese sentimiento por una u otra razón, estaba siempre presente con nosotros, aferrada. El señor Doyle era un antiguo profesor de la universidad de Cambridge , recuerdo que para tranquilizar a su familia, les comentaba a diario parte de sus aventuras y sus conocimientos, nosotros escuchábamos, pero en realidad no poníamos mucha atención, teníamos tanto en que pensar y preocuparnos, siempre mostraba sus fotos, títulos y su bandera de la unión europea.
Recuerdo el día que pise tierras de Irlanda, Leo bromeaba con los duendes y como nos harían embrujos, incluso me dijo que podían compararme con uno, por mi estatura, desde entonces ya era un idiota, no desde su caída. Entramos en dos submarinos, uno choco al llegar a tierra y tuvo que ser evacuado rápidamente, el de nosotros que contenía varias tribus, llego sano y salvo y desembarcamos con calma. Recuerdo que había un argentino de la tribu 106, era de ojos grises y traía un violín, pasaba horas tocando Ameno de Era, esa vieja canción de finales del siglo pasado, mientras dos de sus compañeros cantaban, según eso nos tranquilizarían, estuve a nada de quebrarle ese instrumento, la repitieron tantas veces que se me quedo grabada. Los del escuadrón 33, eran unos creídos, pero eran nuestros superiores, para Roberto eran su religión, nos ordenaron ponernos en marcha a la batalla, nos hicieron correr a las montañas, en ese lapso, Marco se lastimo el pie, Goliath y Roberto se encargaron de cargarlo unos metros, eso nos retraso, una parte de mi deseaba dejarlo y otra sentía remordimiento. Después llegaron esos cinco años de oscuridad...

                                                                       Versión Mictian

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